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sábado, 26 de julio de 2008

La Sociedad Civil Global: “hacia nuevas relaciones de poder político”.


Empoderamiento político[1] es el fenómeno que ha venido ocurriendo los últimos años, a través del cual la sociedad civil ha logrado establecerse como bastión en los procesos de toma de decisiones, prima facie a nivel nacional, dentro del Estado-nación al cual pertenecen. Hoy, su influencia se enmarca en el plano global, haciendo posible nombrarle “sociedad civil global”, consagrándose como uno de los actores fundamentales de un mejorado sistema de Derecho Internacional.


Sin embargo, no es posible el empoderamiento político sin el empoderamiento social y el empoderamiento económico, que implican la posibilidad de organización de la sociedad civil en las esferas sociales, así como los métodos de financiamiento y la condicionante del financiamiento por grupos de poder; y para ello es importante comprender qué se entiende por empoderamiento per se y cuál es la importancia de esta clasificación que va desde lo político y lo social hasta llegar a lo económico.


El empoderamiento no es más que “un proceso permanente de creación de capacidades y logros de las personas y grupos para incidir en las decisiones que los afectan”[2]. De esta concepción se infiere, que los grupos de personas que se han unido para formar organizaciones de la sociedad civil, es porque desean que la democracia tome un nuevo giro y les incluya sus propuestas en la toma de decisiones, abriéndose como un nuevo espacio donde no se opera por representación, sino por acción.


Cualquier individuo común puede acceder a una organización de la sociedad civil y accionar, participar de manera directa en el proceso de creación de mejores oportunidades de desarrollo. No ocurre lo mismo en el sistema de representación del Estado-nación, ese sistema de democracia representativa por sí solo, no permite que cualquier ciudadano común participe en la toma de decisiones de manera directa, sino que es a través de la elección de sus representantes por medio del voto, y cuando vota, finaliza su empoderamiento porque algo que todavía la democracia no ha podido consolidar es que después del voto en la práctica ese ciudadano no pierda su prerrogativa de formar parte de la toma de decisiones. Es el deber ser de los procesos democráticos, pero no es así en la práctica.


La sociedad civil le brinda la oportunidad al ciudadano común de recuperar el empoderamiento perdido luego de haber ejercido el voto, de participar en los procesos de reforma, en la toma de decisiones, de ser vigilante de las actuaciones del Estado y con ello, fortalecer la democracia, llegando a crear un rompimiento en las relaciones de poder tradicionales. Hoy, no es el Estado-nación que guarda para sí el poder, los medios de comunicación juegan un rol fundamental y se han atribuido con la mediatización una parte del poder, pero también la sociedad civil ejerciendo su empoderamiento ha obtenido una cuota significativa de poder, creándose una relación triangular de poder entre el gobierno, los medios de comunicación y la sociedad civil.


En este nuevo orden, la toma de decisiones no se realiza al margen de esta triangulación positiva. Por el contrario, los gobiernos desean acercarse más a la sociedad civil, quienes utilizan los medios de comunicación para ser escuchados y participar en los procesos democráticos de manera directa.


Ahora bien, este ejercicio político de la sociedad civil, se conoce como la micro democracia, donde pequeños grupos dentro del Estado-nación ejercen su poder en la toma de decisiones y fortalecen la macro democracia, que viene determinada por los grandes grupos de poder, como los partidos políticos. En el marco de una sociedad civil que traspasa fronteras, que no responde a necesidades de un Estado-nación, sino a necesidades globales, que aspira a la consecución de un gobierno global, entonces la clasificación que se ha hecho de la sociedad civil dentro de una micro democracia debe necesariamente variar cuando se habla de sociedad civil global, puesto que, en base a su incidencia global, podría ya ser considerada una macro democracia, y por tanto han cambiado las relaciones de poder político[3].


Uno de los casos más significativos –donde se vislumbra la eficacia de la sociedad civil global en la legitimación de la democracia- ha sido la creación de la Corte Penal Internacional, iniciativa de Gustave Moinier, uno de los fundadores del Comité Internacional de la Cruz Roja, que realmente se materializó con los esfuerzos a partir del año 1995 de la organización “Coalición por una Corte Penal Internacional”, conformada por distintas organizaciones como Amnistía Internacional, World Federalist Movement, incluso personas independientes, no miembros, formaron parte de la Coalición.


Marlies Glasius, investigadora del programa Global Governance explica que “varios elementos del Estatuto de la Corte Penal Internacional se vieron influenciados, o incluso determinados por la participación de los actores de la sociedad civil global” y que “entre 1995 y 1998, la intervención de la sociedad civil global en la negociación de la Corte Penal Internacional promovió el debate global, desarrollo propuestas alternativas, fortaleció la participación de los países del sur e hizo que el proceso de negociación fuese más transparente para los observadores interesados”[4]. .


Como hemos visto, la iniciativa de un Tribunal Internacional que juzgare individuos que han cometido actos de genocidio, crímenes de guerra y actos de lesa humanidad, proviene de un miembro de la sociedad civil global y la ratificación del Estatuto de Roma por más de 160 países al día de hoy, es un logro que se le atribuye a la sociedad civil global, activistas de derechos humanos a nivel mundial que tras procesos de negociación extenuantes ejercieron su empoderamiento y compelieron a los Estados a firmar el Estatuto, reformando así las relaciones de poder político, consagrándose la sociedad civil global como un nuevo actor del Derecho Internacional, que aspira a un gobierno global donde éstos, se conviertan en sujetos de Derecho Internacional.


Ciertamente la sociedad civil global ha demostrado ser un canal de apertura para la no tan utópica democracia global, que sugiere la conformación de un gobierno global. La sociedad civil global ha fortalecido la confianza en instituciones internacionales representantes de los intereses de los Estados, como la Organización de las Naciones Unidas. En el año 2005, el antiguo Secretario General de Naciones Unidas, Koffi Annan, en su informe anual[5] reconoció la necesidad de acercar los gobiernos a la sociedad civil, porque el ejercicio de la democracia había tomado un nuevo rumbo. Siendo así, es incuestionable que la piedra angular de la creación de un gobierno global y una democracia cosmopolita lo es la sociedad civil global. Porque los Estados por sí mismos no se interesan en firmar un nuevo contrato social, que incluya ceder una parte de su soberanía para conformar un gobierno global que garantice la seguridad y la estabilidad de todos, tal como la cedemos los individuos comunes en nuestro contrato social con el Estado-nación.


Nuestra tesis se extiende a la conversión en un futuro de la sociedad civil global de un grupo de acción hacia un sujeto de derecho internacional, que sirva de soporte a la observación internacional y al cumplimiento de los Estados de sus promesas y tratados, sobre todo en materia de derechos humanos, pudiendo inclusive tener la facultad legal para someter a Estados incumplidores, que es la gran crítica que se realiza al sistema de justicia internacional: la inejecución de las sentencias de los Tribunales Internacionales. Sin embargo, la sostenibilidad de este plan presenta algunas dificultades.


Una de las dificultades que podemos encontrar contra la sociedad civil global radica, en que no han podido llegar a un empoderamiento económico real, puesto que el financiamiento de estas organizaciones puede llevar al ejercicio de presión por intereses de sus mayores contribuyentes. Parafraseando a Hudlock de un escrito de Dimce Bukreski: “el modo en que los recursos financieros se canalizan a las ONG’s y la naturaleza de las relaciones que se crean en este proceso de financiación determinan la capacidad de actuación de dichas organizaciones[6]”. Por esta razón, es importante que para llegar a constituirse como un verdadero poder político puro, su empoderamiento económico no se vea cuestionado, tal como no se cuestiona su empoderamiento social, que recae en la voluntad de sus integrantes.


Empero, lo expresado anteriormente, también ocurre con las Organizaciones Internacionales, como las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea, donde los intereses que influyen a carta cabal son los de los países que más contribuyen o que mejor protegidos se encuentran en el plano económico, por lo que este planteamiento de la parcialidad de la sociedad civil global, de acuerdo a intereses no resulta válido desde la práctica para no permitirle ser más que un simple espectador y participar en la toma de decisiones. Por el contrario, ahí es donde más necesaria se hace su participación de cara a la construcción de una democracia global, para contrarrestar los abusos de las Organizaciones, aunque un comportamiento no ideal de las Organizaciones no es óbice para que la sociedad civil global se independice económicamente cada día mas. En ese sentido el modelo de donaciones, instaurado por Amnistía Internacional está funcionando, donde cada miembro puede realizar sus aportes.


Si la democracia se plantea sobre la base de que “el Estado esté al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio del Estado[7]” y este es el deber ser que se requiere, pensar en cuál es la democracia ideal y cuál es la democracia posible nos lleva a exponer que la democracia actual ha tergiversado las relaciones de poder que el deber ser contempla. El poder de los ciudadanos debe redistribuirse y los gobiernos democráticos han fallado en este campo, no así la sociedad civil. Dentro de la democracia posible, la sociedad civil global ha dado los primeros pasos en la redistribución del poder político, colocándolo en manos de los ciudadanos comunes, contribuyendo con la concienciación de que el Estado debe servir a los ciudadanos, y de que la comunidad internacional-conformada por los Estados y las Organizaciones- debe servir por igual a los ciudadanos del mundo.


Una democracia global requiere que todos y cada uno de los miembros del planeta pasen de ser simples espectadores de la realidad internacional, hacia actores directos del sistema, conjugándose de esa manera el verdadero significado de la democracia, que no es más que el gobierno de los pueblos. Esto solo será posible a través de la sociedad civil global, que es un mecanismo de participación incluyente, cuyo empoderamiento al ciudadano común no culmina con el ejercicio de un derecho al voto, sino que se extiende de manera infinita a las prerrogativas naturales de sus miembros.


Si queremos un mundo donde impere la gobernabilidad, debemos desenmascarar la realidad de su significado. Gobernabilidad no es que el Estado sea el ente regulador de las relaciones de poder, tampoco que se constituya a sí mismo en un Estado de laissez faire. Gobernabilidad nacional, regional e internacional no es más que empoderar a la sociedad civil a participar en los procesos de reforma, informar a la ciudadanía de cuáles son sus derechos, para que puedan ejercerlos, porque una población que no conoce sus derechos está condenada a que se les violenten constantemente, este es el reto de la sociedad civil global, fomentar la gobernabilidad mundial modificando los parámetros de poder.

Es indudable que el rompimiento de las relaciones de poder ha modificado la concepción de democracia, donde necesariamente la sociedad civil juega un rol preponderante y tras el rompimiento viene poco a poco la consolidación de un gobierno global, ejercido por los Estados, Organizaciones y la sociedad civil global en una alianza horizontal. Después de los avances, no estamos lejos, el gobierno global está cada vez más cerca.


[1] Cfr. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Informe de Desarrollo Humano República Dominicana 2008, Primera Edición, Santo Domingo: Editora Taller, pág. 10.
[2] Ibidem, pág. 41.
[3] Véase. Sartori, Giovanni. Qué es la democracia. Trad. de Miguel Ángel González y María Cristina Pestellini. Editora Taurus, pág. 27.
[4] Glasius, Marlies. La Corte Penal Internacional: una sociedad civil global (en línea). Disponible en: www.pensamientocritico.org\margla0504.htm, última revisión en: 25-7-08.
[5] Véase el Informe 2005 de S.E. Koffi Annan, “Hacia un concepto más amplio de libertad”. Disponible en: http://www.un.org/
[6] Bukreski, Dimce. La sociedad civil global es una fuerza democratizadora para un gobierno global (en línea). Disponible en: http://www.globalaffairs.es/Noticia-11.html, última revisión en: 25-7-08.
[7] Sartori, Giovanni. Supra nota 3, pág. 47.

jueves, 17 de julio de 2008

Educación para el desarrollo sostenible (2 de 2)

El Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible, expone por vez primera el concepto unificado de educación para el desarrollo sostenible, "para definir estrategias y metas de acción; para sentar las bases de una nueva educación que pueda impulsar los centros educativos de excelencia y acercar la academia a la ciencia, a la tecnología, a la industria, a la empresa, preparando mejores recursos humanos"[2].
De este plan, se desprenden siete estrategias fundamentales, limitándonos a mencionar para los fines del presente artículo, la estrategia que cimentó el ordinal 6, consistente en la utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC`s)[3] en el marco de la educación para el desarrollo sostenible. Esto es, la permanencia generacional de un sistema educativo mundial de calidad, que garantice a los pueblos su supervivencia, sobre la base de la transformación de los países en economías de aprendizaje y sociedades del conocimiento. Este ambicioso proyecto se ha desarrollado a través de la utilización de modelos educativos apoyados en el uso de las nuevas tecnologías, tanto a nivel básico, medio y superior.
Desde la utilización de las herramientas de la educación a distancia, como un medio de trascender fronteras; hasta el programa "one laptop per child", que supone la entrega de computadoras personales a niños y niñas de las distintas regiones del mundo, en un avance hacia la construcción de una educación integral, conforme a las nuevas exigencias del mercado laboral al que los infantes se insertarán en un futuro.
Actualmente, los procesos de regionalización y el nuevo orden económico mundial, requieren de sociedades dispuestas a sumergirse en la transformación profunda de los modelos educativos industriales por modelos educativos cognoscitivos: el cambio de la fuerza por la pericia concienzuda.
El motor de cambio que ha impulsado la sociedad del conocimiento surge de la tranformación dramática de las posibilidades de obtención de la información y la rapidez mediática existente en las nuevas formas de vida del ser humano. La importancia del conocimiento en la creación de riqueza crece, en un mundo interconectado, que cada día se hace más accesible.
Sin embargo, esta iniciativa de los Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas -entre los cuales se encuentra la República Dominicana- solo será efectiva en la medida en que los gobernantes consideren la posibilidad de incluir el Decenio de manera práctica en sus respectivos sistemas y estrategias educacionales; donde se promueva la concienciación pública y la participación de la sociedad civil en los procesos de reforma. Procesos donde no solo en el Estado pesa la mayor responsabilidad (a través de las escuelas y universidades públicas); la otra parte de la cuota está sobre los colegios y universidades privadas, que en su conjunto son los actores directos del sistema educativo, a través de sus directivos y maestros.
La meta es que las escuelas, colegios y universidades públicas y privadas estén conformados como verdaderos Centros de Investigación, donde las cátedras sean prácticas y participativas; donde se construyan capacidades analíticas, culturales y corporales, a través del estudio, el deporte y el intercambio cultural por medio de la internacionalización de los programas formativos.
Esta unificación global es un paso hacia adelante en la construcción de nuevas formas de combatir los problemas que oprimen a los más desposeídos miembros de la comunidad global: nuestros niños, de darles herramientas que los formen hacia futuro. Las adecuadas políticas educacionales garantizan, con el esfuerzo de todos los sectores, el empoderamiento de las personas en un mundo “donde el conocimiento y la información cada vez más determinan los patrones de crecimiento y abren la posibilidad de una erradicación de la pobreza más eficaz”[4].
[2] Extracto de la Ponencia de la Secretaria de Estado de Educación Superior de la República Dominicana, Dra. Ligia Amada Melo de Cardona, Foro Presidencial por la Excelencia de la Educacuón (2007).
[3] Plan de Aplicación Internacional de las EDS, UNESCO 2005.
[4] Res. 59/237. Asamblea General de las Naciones Unidas. Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible.

miércoles, 16 de julio de 2008

Educación para el Desarrollo Sostenible. (1 de 2)

“Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible,
UNESCO (2005-2014)”.

“Creo en la difusión de la educación como el
recurso más confiable para paliar las malas condiciones, promover virtudes y avanzar hacia la felicidad del hombre” Thomas Jefferson.


El siglo XXI, afronta desafíos de cambios precipitados que las Naciones deben enfrentar para mantener el bienestar de sus pueblos. El concepto “Educación para el Desarrollo” fue adoptado por las Naciones del mundo a mediados de siglo, como un paradigma para lidiar de cara a cara con la necesidad de cambiar el modelo de educación tradicional, crear mejores fuentes de acceso, modular el tipo de programas educativos y erradicar el analfabetismo. A sabiendas de que la competitividad mundial exige de los países, un capital humano consciente y preparado para los nuevos retos que el desarrollo de la ciencia y las tecnologías de la información han propuesto.

Este paradigma educativo resultó eficiente en algunas zonas, sin embargo en los países en vías de desarrollo quedó plasmado como un intento inacabado. Su concretización era momentánea, sus esquemas se aplicaban a los modelos de enseñanza, más que a la creación de un nuevo plan educacional que salvaguardara el porvenir de las nuevas generaciones.

De manera complementaria a este esquema, surge de los Estados propulsores de la justicia medioambiental el término “Desarrollo Sostenible”
[1], como una respuesta a las desavenencias producidas en el mundo a causa de la destrucción del medio ambiente. Este concepto, permitió a las Naciones desarrollar planes estratégicos de preservación de las áreas verdes, convirtiéndose el mismo en un plan mundial de control de desastres y daños al medioambiente, sin embargo, los gobiernos y organizaciones internacionales fracasaron en el intento de llevar el concepto a la ciudadanía.
[1] Informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, Río de Janeiro, 3 a 14 de junio de 1992 (publicación de las Naciones Unidas).

Del planteamiento anterior, educación para el desarrollo vs. desarrollo sostenible resultó la fusión trascendental de dos Objetivos del Milenio que han convergido en uno en la siguiente fórmula: Educación + desarrollo sostenible = educación para el desarrollo sostenible. Esto, con el objetivo de crear un Plan de Acción Mundial conjunto supervisado por la "United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization" (UNESCO).

Por: Elizabeth Mateo Pérez. Publicado en la revista UNIBE Informa. Editorial UNIBE. Diciembre de 2007.